Una de las cosas que sorprende cuando nos presentan un plato de Jamón Ibérico de Bellota es que al inclinarlo el jamón no cae y se queda adherido al fondo del plato o bandeja. ¿Magia? Te lo explicamos.
En primer lugar, el jamón ibérico debe de degustarse a una temperatura entre los 20º y 24ºC. Los profesionales de la hostelería y los maestros cortadores coinciden en que esta es la temperatura ideal, en la cual el jamón “suda”.
A esta temperatura el ácido oleico del jamón obtiene la máxima intensidad en sabor y aromas característicos de los jamones ibéricos de bellota.
Es también a esta temperatura a la que el jamón de bellota adquiere su mejor textura, brillo y untuosidad, momento en el que el ácido oleico se adhiere al plato o cuchillo con más intensidad. De ahí que se suela decir que “El buen jamón se pega al plato”.
Cabe señalar que la grasa de cerdo ibérico de bellota tiene más del 55% de ácido oléico (monoinsaturado). Este tipo de grasa produce un efecto beneficioso sobre el colesterol en sangre, propiciando un incremento de la tasa del colesterol beneficioso (HDL) y reduciendo la tasa del colesterol perjudicial (LDL). Solamente el aceite de oliva virgen tiene un contenido de ácido oléico superior.
En Belloterra nos gusta destacar la importancia del fruto de la encina, la bellota, la responsable de aportar al cerdo ibérico este ácido durante su engorde en el periodo de montanera. Sin bellota no sería posible obtener la máxima calidad en productos ibéricos.